jueves, 8 de marzo de 2007

DANDO VUELTAS


Otra vez, aunque no quiero.
Doy vuelvas en círculo, ciego.
Sólo tengo ojos para él.
Le doy el gusto a papá,
Cuando giro al otro lado,
Saludo a mamá.
La música no se entiende:
fritura del parlante gastado,
Pero reconozco el ritmo.
Al auto le falta el volante,
El caballo no sube ni baja,
Y el bote ya no tiene color alguno.
Ya nada me importa
Después de la segunda vuelta;
Sólo la sortija…
Y el viejo de mierda que me esquiva,
Y me hace difícil la vida,
Y me frustra,
Y me engaña,
Y me amaga,
Mis dos manos se aferran al sortijero,
Toco el cielo.
Pero un quiebre de su muñeca
Me expulsa al infierno.
Todo con una sonrisa calcada,
Todo parece bondad,
Todo divertido.
Pero el aro termina en otras manos.
Y las mías, como siempre, vacías.
Igual no quería dar otra vuelta,
Quería la sortija.
Ahora quisiera que la calesita explote
Y ese señor se muera.

LLUEVE Y NO RECUERDO MI OTRA VIDA

Qué cosa el agua. Al final vino la lluvia. Sus amenazas se cumplen casi siempre. No hay calma más exacta que la que anuncia llover.
Es raro ver como se escurre el agua, como no se puede contener, como siempre busca su camino. Escurir, escapar hasta que sólo queda el olor a húmedad, a profundidad. La lluvia es algo que ya pasó.
La gente corre escapando del agua, como si mojarse fuese un daño.
Desde la ventana empañada veo llover y me alcanza una sensación de protección, de resguardo.
La lluvia es algo ajeno.
Que la lluvia no me toque, que la lluvia no me moje.
Terrícolas del planeta tierra, tierra que en su mayoría está formada por agua.
¿Qué tenemos que ver con el agua? Sólo está para ser bebida.
Creemos que no pertenecemos a un medio acuoso, la Atlantida es un mito.
Pero sin embargo venimos del útero, nueve meses nadando suavemente y al final nos golpean por primera vez para que hagamos lo más natural del mundo: respirar aire.
A lo mejor de ahí viene la sed; no lo sé, no me acuerdo.
Aquel que nunca tuvo la oportunidad de empaparse, vivió solo una vida.

MALHERIDO

La herida no sangra nunca.
Pero se abre al primer descuido.
Se respira, se camina, se vive
Como si nada hubiese sucedido.
Lo que no se ve no tiene nombre.
Y no hay evidencia de mi vestigio.
Pero unos ojos leen el alfabeto
Que yo no entiendo pero llevo escrito.
No sé si esa mano cura o hace más daño
Desconfío… sin razón.
Por costumbre o por vicio,
Desconfío.
Pero hoy es un día único.

LA SUERTE EN LA PALMA DE LA MANO

No preguntes por el futuro si no estás
dispuesto a cargarlo con anticipación.
San Benito de Murcia.


La mujer Armenia tenía las manos cruzadas sobre su regazo. Miraba ansiosa como su cliente empinaba la taza de café. Antes de apoyar el pocillo en la mesa ella levantó el plato y lo colocó encima como si fuese una tapa. Lo acomodó con una precisión inaudita. Tenemos que esperar - susurro-, pero se lo dijo mirándolo a los ojos y a él le pareció no escucharlo sino más bien sentirlo.
La espera se hizo eterna y nadie en la mesa supo que hacer para alivianar el tiempo. Eran siete personas alrededor de una taza, en silencio, mirando ese objeto que recién ahora parecía único.
Ya está, volvió a murmurar y la levantó como si fuese un cáliz, un rito que ni ella terminaba de creer. Enseguida balanceó el pocillo y el fondo pardo se extendió a las paredes.
A ver que dice la borra de tu destino. Esto lo dijo en voz alta, bien claro, como un redoblante de un tambor antes de la prueba. Aproximó sus ojos a la taza, los achinó intentado ver más allá.
El café molido en ínfimos granos se asentaba en las paredes de loza. Trató de encontrar en vano algún indicio que le permitiera comenzar a ver algo que hablara de la vida de su cliente. El oficio le decía que siempre el inicio era lo más difícil. Si empezaba con las palabras exactas el resto de la mesa también querría ver su porvenir: así funcionaba el negocio.
Se olvidó del olor a café y por un momento una inmensa playa de arena marrón ennegrecida se le extendió en su mirada. Pudo ver cientos de huellas de hombres de todos los tamaños, en todas las direcciones. No había un camino, sino miles que se entrelazaban y que no conducían a ningún lado. Tu futuro será muy transitado, conocerás muchas gentes. Harás un viaje, al mar... seguramente a San Clemente. No toda las personas que se crucen en tu vida van a ser honestas, debes tener cuidado de esto, cuidado en quien crees. Esto lo dijo mientras se paraba lentamente, apoyó enseguida la taza sobre la mesa y sin mirar a nadie salió del bar.